Los neurotransmisores cerebrales funcionan mejor cuando la dieta es balanceada, equilibrada y sana, y favorece a que los chicos aprendan más. Las comidas saludables ayudan a que los chicos se concentren más en la escuela, favoreciendo el aprendizaje. Según a los resultados de algunos estudios, el llevar una alimentación poco balanceada puede repercutir de forma negativa en las habilidades intelectuales de los niños en edad escolar.
Algunos estudios han sugerido que aquellos niños que suelen ir a clases, sin haber tomado previamente un desayuno equilibrado, presentan más fallas al momento de realizar ejercicios matemáticos, o juegos lógicos.
Hábitos alimentarios
Los hábitos son principalmente adquiridos durante el crecimiento, que coincide con el proceso de escolarización; por ello, esta etapa es considerada fundamental para el establecimiento de una base sólida para una buena salud, la educación y la vida. El desarrollo de hábitos alimentarios saludables es esencial para el proceso de aprendizaje y la obtención de logros académicos.
Es así como se determinan que un consumo alimentario rico en nutrientes esenciales, y con aporte energético de acuerdo con las necesidades individuales, se asocia de manera significativa con un buen rendimiento académico. De igual forma, una adecuada nutrición mantiene la integridad estructural y funcional del tejido nervioso, mejorando la capacidad cognitiva.
Alimentación saludable como factor influyente en el rendimiento escolar
Existen factores que afectan el rendimiento escolar y estos pueden ser externos e internos. buena alimentación es una línea de defensa contra muchas enfermedades infantiles que pueden llegar a dejar secuelas en las personas y marcan su desarrollo físico e intelectual en la edad adulta. Cabe recalcar que la alimentación en los escolares juega un papel importante, esencial y fundamental para su desarrollo intelectual, físico y social.
Los trastornos de alimentación, incluyendo anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracón y otros problemas alimenticios que no encajan tan perfectamente en el sistema de clasificación, afectan a un 5,7 por ciento de las adolescentes, lo que es casi dos en una clase de 30 alumnos.
Los centros educativos son lugares en los que por su afluencia de chicos y chicas se dan inevitablemente casos de anorexia, bulimia y otros trastornos de la conducta alimentaria. En los centros educativos, chicos y chicas pasan gran parte del día, interaccionando con sus iguales y con el personal docente, y por este motivo son idóneos para poder trabajar la prevención de los trastornos de la conducta alimentaria directamente con la población en riesgo.
La señales, en la escuela y en el aula, que pueden hacernos sospechar de la presencia de comportamientos de riesgo son:
• Aumento o disminución del rendimiento escolar.
• Cambios de conducta como aislamiento social o irritabilidad.
• Comentarios o excesiva preocupación por el peso o la figura.
• Estado de ánimo bajo o sintomatología ansiosa.
• Excesiva rigidez y elevada autoexigencia.
• Obsesión por el perfeccionismo .
• Bajada de peso drástica en un corto periodo de tiempo.
• Uso de ropa demasiado ancha o de abrigo.
Aumento de la actividad física, por ejemplo , a la hora del patio o en las actividades deportivas.
• Inicio de restricción alimentaria, por ejemplo , dejándose alimentos a la hora del comedor o pidiendo menos cantidad.
• Comportamientos impulsivos ( mentiras, absentismo escolar, robos, promiscuidad, etc.).
Desnutrición y desarrollo cognitivo del alumno
Las ideas que se tenían sobre la acción deletérea de la desnutrición en época temprana de la vida y su efecto en el desarrollo del cerebro, evolucionaron considerablemente desde mediados de la década de 1960.
Hasta esa época, se temía que la desnutrición sufrida durante ciertos períodos sensitivos de la vida, sobre todo al comienzo del desarrollo del niño, produciría cambios irreversibles en el cerebro, acompañados probablemente de retardo mental y trastornos en las funciones cerebrales.
Se sabe ahora, que la mayoría de las cambios en el crecimiento de las estructuras cerebrales eventualmente se recuperan en alguna medida, aun- que perduran las alteraciones en el hipocampo y el cerebelo.
Sin embargo, recientes investigaciones neuro farmacológicas han revelado cambios duraderos, aunque no permanentes, en la función neural receptora del cerebro, como resultado de un episodio temprano de malnutrición energético proteica.
Estos últimos hallazgos indican que los tipos de comportamiento y funciones cognoscitivas alteradas por la desnutrición, pueden estar más relacionados con respuestas emocionales a situaciones de estrés, que a déficits cognoscitivos per se.
El rango de vulnerabilidad por edad, de los efectos de la desnutrición a largo plazo, puede ser mucho mayor de lo que se había sospechado y aún se desconoce el nivel mínimo de desnutrición (déficit de ingesta de alimentos) que es necesario para producir estas alteraciones de largo término.
Una experiencia de educación nutricional en la escuela.
Alimentarse es algo básico y cotidiano. No sólo se trata de ingerir alimentos, sino también de tomarlos en una cantidad y variedad suficiente. El objetivo es lograr una alimentación equilibrada y nutritiva capaz de asegurar al organismo un buen desarrollo físico e intelectual. La elección de los alimentos por parte del ser humano viene motivada por diversos factores: costumbres, hábitos adquiridos, disponibilidad y variedad de los alimentos, influencia de los medios de comunicación, etc. Además, la selección de los alimentos más saludables en nuestra dieta es un proceso que requiere un aprendizaje sobre aquellas pautas y requerimientos nutricionales considerados más adecuados para el organismo. Por ello, es necesario formar a la población desde la infancia, para que adopte unos hábitos alimentarios correctos, y unos estilos de vida encaminados a mejorar su salud y conseguir una mejor calidad de vida. De hecho, las guías alimentarias o dietéticas, que han surgido en los diferentes países, son la manera práctica de poder seguir las recomendaciones dietéticas dadas por la OMS, es decir, son un conjunto de normas dirigidas a la población con el fin de promocionar el bienestar nutricional.
La presencia de los niños en los centros escolares hace que la escuela sea un medio idóneo para iniciar los conocimientos sobre alimentación y hacer que los escolares sean capaces de adaptar su propio comportamiento alimentario en función de sus gustos y costumbres, labor que requiere la implicación y el compromiso, no sólo del medio escolar, sino también del familiar.
Los programas de educación para la salud en la escuela deben incluir, por tanto, una educación alimentaria y nutricional, y han de estar bien estructurados con el objetivo de producir un cambio en aquellos comportamientos que se quieran alcanzar. El mejor método es el trabajo en grupo, en el que el escolar se involucre y tome conciencia de aquellas pautas y hábitos alimentarios que no son apropiados, cambiándolos por otros más saludables.
La necesidad de que en la escuela se forme a los niños en materia alimentaria es lo que nos ha motivado la realización de una experiencia piloto de educación nutricional dirigida a escolares de entre 9 y 11 años, centrándonos en los siguientes objetivos:
Dar a conocer al colectivo infantil los distintos alimentos, estudiando sus características, valor nutricional e importancia de los diversos grupos para su organismo.
Fomentar en este mismo colectivo unos hábitos alimentarios saludables, enseñándoles el concepto de «dieta equilibrada», elemento indispensable de una correcta alimentación, y cómo lo pueden aplicar a sus ingestiones diarias.
Responsabilizar al alumno de su propio modo de alimentarse, dada la importancia que la alimentación tiene en su desarrollo físico e intelectual, y cómo influye en el rendimiento escolar.